ZAPATOS ANTI-VIRUS. Una salida a la crisis.
En la ciudad de Cluj-Napoca, en el oeste de Rumania, está ubicada la fábrica de zapatos AXA Magnolia, propiedad de Grigori Lup, que ante la crisis desatada por la pandemia del Covid-19, vio disminuir su clientela, tuvo que despedir a sus 10 empleados y estuvo a punto de cerrar.
Sin embargo, la suerte, su sentido de la oportunidad y la capacidad de reinventarse, le valieron para crear los primeros calzados anti-virus que permiten mantener un distanciamiento de un metro y medio entre personas que usen el mismo tipo de calzado.
Los zapatos y botas construidos en cueros tienen una prolongación en la punta que llegan al número de calce 75. La parte posterior es similar a cualquier zapato normal, mientras que el interior de la punta está conformada por un relleno de material muy liviano que se acopla con los dedos del pie.
“Si dos personas que llevaran mis zapatos se pusieran una enfrente de otra habría una separación entre ellas de un metro y medio”, explicó Lup, que vende cada par de “zapatos de distanciamiento social” a cien euros.
“Al ver que mucha gente no respetaba la distancia social en esta época de aislamiento, y ante la baja de mi trabajo, pensé en hacer tres pares de estos zapatos para ponerlos en internet y llamar la atención”, dijo Grigori Lup, que reconoce que al principio “todo comenzó como una broma”.
Ahora aumentan los pedidos por los nuevos zapatos anti-virus, no sólo de su país, sino también del exterior, “la noticia fue muy difundida por los medios de prensa rumanos y luego trascendieron al exterior, lo que generó mayor interés por nuestros novedosos productos”, apuntó Lup.
No obstante a la originalidad de la propuesta, los expertos en calzados, mantienen sus interrogantes respecto a su comodidad en el uso cotidiano.
