¿Qué porcentaje de fábricas están en actividad?
De aproximadamente 400 talleres y fábricas, solo trabajan a media jornada, algunos días a la semana, alrededor de 50 talleres de menor tamaño. Las fábricas medianas están cerradas. Los talleres producen muy pequeños volúmenes para servir ventas digitales, ocasionales, despachadas a domicilio por delivery o a través de sus propios dueños.
¿Qué planes tienen las fábricas de mayor volumen?
De las grandes y medianas que hace 5 años eran cerca de 50, se estima que el 80% no volverá a abrir sus puertas. Muchas de ellas mantendrán sus propios centros de diseño y desarrollo de productos para fabricarlos en talleres nacionales o del exterior, con sus propias marcas, exigencias de calidad y sustentabilidad de su cadena de valor.
¿Cómo está la situación en el circuito comercial?
El retail del calzado de marcas propias con cadenas de locales y a través de grandes tiendas se ha visto impactado por la cuarentena de forma relevante, desde la segunda quincena de Marzo hasta la fecha.
A comienzos de Agosto, sólo un 15% de los grandes centros comerciales del país están funcionando en el sur de Chile, en locales de calle, no en los grandes malls.
Hoy, estos locales están vendiendo la mitad de lo que habitualmente vendían antes de la pandemia, porque con el cierre de patios de comidas, restaurantes y cines, no logran generar el flujo necesario de compradores que promueven las ventas de las tiendas de calle instaladas en su entorno.
El comercio de calzado ha caído aproximadamente un 90% en ventas físicas, las que han sido compensadas en parte por ventas virtuales de Ecommerce. Las transacciones online se han duplicado o triplicado de un año a otro, y los sistemas logísticos se han visto algunas veces sobrepasados. Sin embargo, este nuevo hábito compensa sólo en pequeña medida la gran caída de las ventas presenciales, a causa del cierre masivo de locales a lo largo de Chile.
En medio de esta situación, el comercio de calzado de tiendas multimarcas y de marcas exclusivas, alcanza hoy sólo a un 30% de sus ventas normales.
¿Qué se proyecta hacia el futuro?
Se prevé que en la tercera semana de Agosto comience la reapertura de centros comerciales y el retorno gradual de las ventas físicas. Se estima que al momento de reabrir las tiendas después de la pandemia, los clientes no volverán a comprar de la misma forma que lo hacían antes de su inicio.
Se pronostica una caída de compras muy relevante para la temporada de Primavera-Verano próxima a comenzar, dada la menor demanda que se espera por: el alto nivel de desempleo, el menor flujo de compradores hacia los locales por miedo al contagio, y la caída del consumo por la contracción económica que habrá en el segundo semestre de 2020.
¿Hay políticas crediticias para aliviar la coyuntura?
Existen ayudas a través de créditos sin intereses a los que se puede acceder con exigentes formalidades que muchos pequeños productores y comercializadores no pueden cumplir. También hay subsidios menores concursables con duros requisitos.
Las necesidades de crédito apuntan a solucionar problemas de insolvencia generados por el cierre obligado de los negocios y los endeudamientos sin solución de pago por falta de ingresos y por la continuidad de gastos fijos imposibles de evitar, entre los más importantes, los de personal.
Esta situación cambiará cuando paso a paso se reabran las tiendas y se restituya el poder comprador de la ciudadanía.
También hay ayudas destinadas a mitigar la pérdida de los ingresos familiares para satisfacer necesidades básicas de la población, focalizadas principalmente en la población de bajos ingresos.
¿Y el frente laboral?
Para los trabajadores con nula o parcial actividad, se está haciendo uso del Fondo de Cesantía Solidario, promulgado por la ley de protección al empleo, que establece cobros porcentuales del salario según los casos.
Empresas con capacidad financiera y de ahorro, han terminado contratos legalmente, pagando todos los derechos a sus trabajadores y se han mantenido en planilla sólo a los operarios imprescindibles.
La mayoría de las fábricas o talleres que siguen trabajando son muy pequeños, y su principal fuerza laboral es su propio dueño y familiares, o cuando mucho, apoyado por pocos dependientes contratados a honorarios, sin vínculos de dependencia, es decir, sin obligación de pagos previsionales.
